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La gata colorada

La gata colorada

La gata colorada

En tres patas

Amaneció con sol y parecía que iba a ser un domingo tranquilo. Mientras se calentaba el agua les puse a Miranda y a Nina su comida y ahí descubrí que Nina caminaba en tres patas. ¿Estaría entrenándose para trabajar en algún circo? ¿Le habría hecho una apuesta a alguien? No dudé en preguntarle:

-¿Nina, qué te pasa que caminás con tres patas? , ¿te duele algo?-. Ni miau, no me dio ningún dato. Entonces la levanté y cuando le toqué la patita remolona casi me arranca un ojo de un arañazo. No había duda, le dolía mucho.
La veterinaria indicó antibiótico por una semana .
-Es facilísimo- nos dijo, y nos explicó dos formas de dárselo.
Forma A: disolver la pastillita en agua, poner ese líquido en una jeringa, agarrar fuerte al gato, abrirle la boca y echarle todo el remedio en la boca.
Forma B: agarrar la pastillita con cuidado, agarrar fuerte al gato, abrirle la boca y zamparle la pastillita en el fondo de la garganta. Mantenerle el hocico cerrado hasta asegurarse de que el gato haya tragado la pastilla; son muy astutos y pueden escupirla cuando uno se da vuelta.
¿Alguno de ustedes le dio alguna vez un remedio a un gato?
Probamos con la jeringa. Al rato de ponerle el remedio en la boca, Nina no paraba de mover la lengua para expulsar ese inmundo brebaje de su paladar y cuanto más lo hacía, su cara se iba llenando de espuma y su cabeza parecía una guirnalda blanca propia de un arbolito de navidad.
Con la forma B no nos fue tanto mejor. Nos dimos cuenta de que Nina tiene en la mandíbula la fuerza de un león y que sus garras pueden perforar cualquier toallón.
Pero lo logramos. Después de darle la última pastilla festejamos. Nosotros brindando y Nina caminando con sus cuatro patas otra vez.

Con un lápiz y un papel, una historia vas a ver..
“El lápiz “ de Pinto y Chinto
(en Cuentos para niños que se duermen enseguida, Editorial Kalandraka)

La mamá de Daniela, tras afilar muy bien el lápiz, se puso a dibujar en un bloc para entretener a la niña, que estaba sentada a su lado. La mamá de Daniela dibujó un león, y después dibujó una mariposa, y luego dibujó un cocodrilo, y luego dibujó un caballo, y luego un avestruz, y luego un perro y luego dibujó un gato. La pequeña Daniela pensó: “Este lápiz está lleno de animales por dentro!”.Y en un momento en que su madre se ausentó , decidió abrir el lápiz para ver los animales que había dentro. Consiguió romper la madera del lápiz, y dejó al descubierto la mina, gris y alargada. La pequeña Daniela dijo: “Vaya. Dentro del lápiz solamente quedaba un gusano”

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Grullas

Grullas

¿Tenés un deseo y querés que se cumpla?

Dice la tradición japonesa que quien consiga construir mil grullas en origami logrará que su deseo se haga realidadUna grulla es un pájaro de patas largas que puede llegar a volar muchos kilómetros y el origami es una técnica japonesa que consiste en hacer figuras con papel plegado.

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La gallinita roja

La gallinita roja

Un cuento popular para narrarle a los más chicos.

Había una vez un gato, un perro , un ratón y una gallinita roja.
¿Qué les parece si sembramos trigo para hacer pan?- dijo la gallinita roja.
“¡Buena idea!” dijo el gato.
“¡Buena idea!” dijo el perro.
“¡Buena idea!” dijo el ratón.
“¿Quién sembrará el trigo?”- preguntó la Gallinita roja.
“¡Yo no!”- dijo el gato.
“¡Yo no!”- dijo el perro.
“¡Yo no!”- dijo el ratón.
“Entonces lo haré yo misma “- dijo la Gallinita Roja.
Y así lo hizo.
Cuando el trigo maduró , el gato, el perro, el ratón y la Gallinita Roja fueron hasta el campo.
“¿Quién cosechará el trigo?”- preguntó la Gallinita roja.
“¡Yo no!”- dijo el gato.
“¡Yo no!”- dijo el perro.
“¡Yo no!”- dijo el ratón.
“Entonces lo haré yo misma “- dijo la Gallinita Roja.
Y así lo hizo.
“¿Quién separará los granos de trigo?”- preguntó la Gallinita Roja.
“¡Yo no!”… dijeron todos
“¿Quién molerá los granos ?”
“¿Quién hará el pan?”…
“¡Yo no!”… “¡Yo no!”… dijeron todos.
“¿Quién comerá el pan?”- preguntó la Gallinita Roja.
“¡Yo!”- dijo el gato.
“¡Yo!”- dijo el perro.
“¡Yo!”- dijo el ratón.
“¡No, ustedes no lo harán!”- dijo la Gallinita Roja
“Puedo hacerlo yo misma”.
Y ñam ñam ñam… así lo hizo.
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bulletEditorial Aique
Cuentos que van y vienen,
de Margaret Read MacDonald

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La silla de imaginar

La silla de imaginar

Recomendado: Buscate una silla, ponete cómodo y empezá a imaginar…

Esta es la historia de Julián Lencina , su silla y un pueblo adonde ya no llegaba el tren.
Julián tallaba animales de madera que nunca había conocido pero cuando se sentaba a trabajar al sol en su silla de madera, se los imaginaba como si los tuviera al lado y le salían perfectos. Una noche dejó olvidada su silla a la intemperie y cayó mucha lluvia. Al día siguiente cuando quiso entrarla no pudo porque la silla había echado raíces y del respaldo empezaban a brotar hojas verdes y ramas. Las ramas se transformaron en un árbol de tronco ancho que al poco tiempo dio frutos y de cada fruto salió una silla de madera. Cada vecino se llevó una silla a su casa y cada vez que se sienta en ella comienza a imaginar…
¿Qué imagina la gente del pueblo?

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bulletEditorial Comunicarte
Un cuento de Canela
con ilustraciones de Daniel Roldán.

 

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Tras la pista de Nina

Tras la pista de Nina

Un martes de noviembre, a eso de las 8 de la noche, el cielo se puso muy oscuro y se desató una tormenta que arrastró con varias ramas del laurel del jardín. Mis gatas Nina y Miranda a esa hora vuelven de su paseo por muros y medianeras. Miranda no se hizo esperar; ni bien chifló el primer viento apareció en la galería.
-¿Y Nina?. -Ya va a volver, dijimos. -Se estará refugiando debajo de algún techo, nos consolamos.
Pero luego de dos días de espera, no apareció. Glup… nudo en el estómago. Se perdió.
¿Lloramos o la buscamos? Hicimos un plan familiar.
Paso 1: Hablar con la veterinaria. “Tiene que estar cerca. Salgan de noche con su tarro de comida y la llaman. Si está asustada, quizás se anime a salir cuando haya silencio”
Paso 2:   Hablar con mi amiga Laura (ella es como una enciclopedia gatuna). “No puede estar lejos, seguro está en algún patio o jardín cercano y no puede volver”
Paso 3: Imprimir carteles con la foto de Nina para pegar en los negocios vecinos.
Paso 4: Tocarle el timbre a todos los vecinos para que supieran que Nina estaba perdida y nos ayudaran a buscarla.
Diseñado el plan, toda la familia puso manos a la obra.
Así pegamos carteles en la pizzería, en la fiambrería y en los tachos de basura de las esquinas. Y conocimos a todos los vecinos de la manzana.
-Ring!!! –tocábamos el timbre.
-¿Quién es? – contestaba el vecino detrás de la puerta o apenas entreabriendo la ventana para ver quién era.
-Hola, perdoname que te moleste, yo vivo acá a la vuelta y perdí a mi gatita. Es negra, tiene un collar rojo y quería pedirte que si la ves, me avises.
Y entonces ocurría algo mágico. El vecino corría la cortina y abría la ventana, o salía a la calle y nos escuchaba. Y nos preguntaba cómo era, cuándo se había perdido y casi nos abrazaba dándonos aliento y confianza. De golpe, los vecinos de las casas de mi manzana se volvieron amigos; pedimos ayuda y abrieron la puerta.
Volviendo a casa nos encontramos con Teresa, mi vecina de al lado, que cuando nos vio con cara de detectives de mascotas nos dijo “yo escucho maullar a un gato en el jardín que da al fondo de mi casa”. Nos dejó pasar, nos prestó una escalera, nos subimos lo más alto que pudimos, nos paramos en puntas de pie y con el cuello estirado para lograr ver del otro lado del muro……. la vimos!!!!!
Sí, Nina estaba allá abajo, en un jardín rodeado de unos muros muuuuy altos. En cuanto nos vio, empezó a maullar fuerte y yo desaté mi garganta con un estruendoso “Apareció Nina”.
En la casa no había nadie. ¿Cómo la íbamos a sacar? La vecina me dijo que llamara a los bomberos pero, entre dimes y diretes, logramos sacarla con una canasta y una soga.  Con una paciencia oriental esperamos a que entrara en la canasta y despacito, despacito la fuimos subiendo como si la trajéramos del fondo del aljibe.
Dormimos bien esa noche, estábamos todos en casa.
Y desde ese día, los vecinos me reconocen, me sonríen y le mandan saludos a mis gatas.

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Recomendaciones: me parece que este cuento te va a gustar…

Recomendaciones: me parece que este cuento te va a gustar…

Levantá las orejas y abrí los ojos.
“¿Cuál es la diferencia entre éste y los demás conejos del mundo? ¿Las orejas? No, son finas y alargadas como las de todos los conejos. ¿Los bigotes?. Tampoco, son negros y pinchudos como los que más. ¿Los dientes? Menos que menos. Nuestro conejo tiene unos dientes enormes que usa, como todos, para morder zanahorias.¿Entonces?. Lo que distingue a este de los otros conejos del mundo es que, cuando se enoja, se convierte en otro. En gato, por ejemplo. O en árbol. O en olla. O en guitarra, depende.”
Así empieza el cuento “Enojo de Conejo” de Silvia Schujer.

¡Qué genial! -pensé yo cuando lo leí-, a este conejo le pasa lo mismo que a mí cuando me enojo; me transformo en otra y no se sabe cómo voy a terminar. Y este conejo va pasando por estados impredecibles hasta que por una de esas vueltas de los enojos, termina rodeado de música e instrumentos para deleite de lectores y oyentes. ¿Ya lo imaginaste? Buscá este cuento y entérate adónde fue a parar el conejo. Mirá que si no, me enojo y termino hecha una fiera tirando fuego por la nariz..!

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Sólo una luz. Enviado por Sebastián, de 11 años.

Sólo una luz. Enviado por Sebastián, de 11 años.

Aca está el cuento que nos envió un amigo de Urbanpets, ¡acordate de mandar el tuyo!

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Era tarde. Muy tarde. Yo estaba viendo tranquilamente la televisión cuando apareció. Apareció como si nada. Tranquilo. Como si fuese su casa. Apareció sin intenciones de molestar ni interrumpir. Solo apareció. Yo lo miré. Lo miré sin intenciones de ofenderlo o burlarlo, solo lo miré. Había muchas cosas sorprendentes en él. Su pelaje, su mediano tamaño, la mirada, esas enormes orejas. Él me miró. Se ve que también le sorprendieron muchas cosas de mí, (vaya a saber uno qué). Los dos nos miramos como si fuese natural, como si nos viésemos todos los días, como si ya nos hubiéramos conocido desde hace tiempo. La mirada fue larga, intensa, pero sin ninguna rareza. En ese mismo instante en el que apagué la televisión para solo concentrarme en una cosa, desapareció. Desapareció sin saber un por qué. Bueno, nadie sabe si se desapareció o simplemente se escondió. Y bueno, ya saben como son ellos. Ellos son muy rápidos. Cualquier momento aprovechable, lo aprovechan. Es por eso que decidí buscarlo, porque me gusta su forma de ser y de moverse. Más rápido que nunca, me levanté de la cama. Pensé que no iba tardar mucho en encontrarlo, en un cuarto tan chiquito para una persona no es muy difícil encontrar algo o alguien. Me puse a buscarlo desesperadamente. En el placard, atrás de la tele o quizás debajo de la cama. Busqué y busqué hasta que me rendí. Yo estaba muy cansado. Cuando me acosté en la cama me di cuenta de algo. Me di cuenta que lo había encontrado. El ratoncito sólo necesitaba que yo apagara la luz para poder dormir. Era muy tarde.

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Las preguntas del Pájaro Carpintero… ¡a pensar o te sacás un cero!

Las preguntas del Pájaro Carpintero… ¡a pensar o te sacás un cero!

¿Quién es Dailan Kifki?

¿Quién le sopla la casa de ladrillos a Los tres Chanchitos?

¿Qué animalitos debe sacar de la ciudad El flautista de Hamelin?

¿Qué animal ayuda a Hansel y a Gretel cuando quieren volver a su casa?

En un cuento de Horacio Quiroga aparecen unos animales que tenían las patas blancas pero que luego las tienen coloradas porque las víboras coral se las mordieron y se las llenaron de veneno. ¿Qué animales son?

¿Qué escritor muuuuuy famoso tuvo en su casa muchos gatos que tenían la particularidad de ser “polidáctiles”? (tenían un dedo de más y todavía hoy hay descendientes de esos gatos que tienen la misma característica en sus patas)

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¿Conocés a la escritora Ema Wolf?

¿Conocés a la escritora Ema Wolf?

Es argentina, nació en Carapachay y escribió muchos cuentos y novelas.
Me atrevería a decir que ama a los gatos. Acá, en mi escritorio y al lado de mis gatas, tengo algunos libros de ella.
Mirá cómo empieza esta historia:
“Me preocupa esa costumbre de Fernández de dormir en el filo de las alturas… ¿Puede alguien que no sea pájaro descansar sobre un alambre? Él sí… Todo el tiempo una siente dos impulsos contradictorios: el de cerrar los ojos, y el de montar guardia debajo con los brazos en canasta atenta al momento en que se precipite, pero no es posible vivir así, vigilando siempre, con el cogote doblado… A veces se cae. Hace unos días se cayó.” Entonces Fernández es atendido, zurcido y vendado y su dueña se va con la rigurosa indicación de que su intrépido gato debe permanecer despierto por tres horas. ¿Cómo se hace para que un gato no se duerma durante todo ese tiempo? “La única solución -me dije- era contarle una historia lo bastante entretenida para impedirle conciliar el sueño; una de esas capaces de arrancar a un oso de un letargo y encima conseguir que te aplauda”.

Y ahí sigue “Historias a Fernández”. Un libro divertido y desopilante en el cual un gato debe permanecer despierto y una dueña debe sacar a relucir historias divertidas y bien contadas que no lo dejen echarse a ronronear.
Te aseguro que ni vos ni tu gato se van a dormir.

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