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La gata colorada

LA GATA COLORADA

LA GATA COLORADA

Un cuento para entretener a nuestros queridos little upets!!!

El mundo es ancho 

Otoño, tarde de llovizna. La familia está tranquila y la gata ya está pensando en su siesta en el  sillón que está al lado del radiador. Come algo y se despereza, se estira , se contorsiona, se lame, se enrosca y se ovilla. Ya está entrando en calor y cuando está por dormirse oye un ruido. No alcanza a ser fuerte pero se le tensan un par de bigotes y las orejas se le ponen en guardia. Abre un ojo y la ve a Fidelia, su amiga la hormiga que está saliendo; emerge de su hogar y camina sola. No la acompaña nadie pero viene cargada. Lleva en la espalda una bolsa grande que debe ser el doble de su tamaño, le cuesta cargarla pero la lleva con dignidad. La Gata ya no puede dormirse.  ¿A dónde va Fidelia?- se pregunta. Con pereza pero intrigada se acerca.
-¿Qué pasa Fidelia?  ¿Vacaciones? ¿Alguna mudanza?
-¡No! sólo ganas de cambiar. Ya estuve suficiente tiempo en este hormiguero, buenas hormigas todas, gente trabajadora y perseverante. Pero ahora quiero salir a caminar y recorrer otros senderos.
-¿Estás segura? Justo ahora que viene el frío, las siestas largas.
-Es así Gata Colorada. El mundo es ancho y hay mucho para ver .
-¿Y si te pisa un elefante?. ¿Y si comés una hoja envenenada?
-Mejor ni lo pienso. ¿Vos pensás que te podés romper una pata cuando saltás del árbol? ¿Pensás que te podés caer cuando caminas por la cornisa?
-Si pienso me rompo todos los huesos.
-Me voy a encontrar con otras hormigas. Somos muchas, supongo que iré aprendiendo .
-¿Y qué llevas en esa bolsa que tenés en la espalda?
-Libros, así me voy entreteniendo. Cada vez que leo algo, alguna  idea nueva se me ocurre. Y a medida que los lea, los voy a ir dejando por el camino.
-¿No sería mejor llevar unos esquíes, una bicicleta, alguna heladerita con bebidas, cajas de bombones.. ? ¡qué se yo!
-Confío en conseguir todo eso a medida que camine. ¿No querés venir?
La gata se quedó tiesa. Los bigotes se le movían como remolinos, empezó a dar saltitos en el lugar, maullaba desafinada, se estiraba y contraía sin motivo.
- No, prefiero quedarme. ¿Ves esta chapita que tengo acá? Y la gata le mostró la chapita que le colgaba del cuello. -Dicen que está escrito mi nombre y el teléfono de la casa, pero yo sé que dice “te queremos mucho, no te pierdas” . Y yo los quiero a ellos..
- Hay que estar donde uno quiere. ¡Cuidate gatita!
- ¡Buen viaje Fidelia! Te voy a extrañar.
Y la gata se subió a su sillón y vio como Fidelia iba alejándose despacio, contenta, sin prisa y sin pausa.
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Claudia Cid

Narradora

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