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La gata colorada

La gata colorada Upets #9

La gata colorada Upets #9

FIDELIAHORMIGA 3

Hoy les quiero presentar a una amiga.  Ella es trabajadora, nunca se cansa, es muy sociable y siempre anda acompañada. Se llama Fidelia y es una hormiga. Todo empezó un día que hacía frío y llovía. Yo ronroneaba enroscada en el suelo  debajo del radiador de la cocina y ella trabajaba. Nos encontramos frente a frente porque ella venía cargando una miga en su espalda; pequeña para mí, gigantesca para ella,  y en su camino hacia el agujero del zócalo de repente se topó conmigo y se detuvo. Me miró un rato largo como rogándome que me corriera para que ella pudiera llegar más rápido a destino. En principio pensé en mandarla lejos de un zarpazo pero al ver esa cara de esfuerzo, al  ver ese cuerpito tan pequeño llevando una miga tan pesada, me levanté  para dejarla pasar. ¡ Hay que ver lo contenta que se puso! Empezó a caminar ligerito y parecía que había recobrado sus energías.  Cuando casi estaba llegando a su meta, se dio vuelta y con un movimiento propio de un acróbata, levantó una de sus patas para saludarme. ¡Qué contenta me puse! ¡Hasta mis bigotes se reían! Desde ese día, cuando llueve o hace frío me instalo cerca del radiador y espero que ella pase. Ella me sigue saludando y yo le digo miau , seguro que uno de estos días nos ponemos a conversar.

EL TOPITO BIROLOTOPO

….“Un día, mientras el topito Birolo se asomaba para ver si ya había salido el sol, sucedió que ¡plop! . (Redondo y café era eso. Pero eso no era una salchicha ni un gorro. Era simplemente eso, redondo, café y … oloroso).“¡Cuánta puntería! ¿ Quién se hizo en mi cabeza?”, gritó el topito Birolo. (pero corta era la vista del Topito Birolo; sus ojos miopes no supieron descubrir a nadie)”….

Así comienza la historia Del Topito Birolo y de todo lo que pudo haberle caído en la cabeza”  de Werner Holzwarth y Wolf Erlbruch.    Tranquilo había salido el topo a mirar el día, cuando de pronto algo oloroso y feo cayó sobre su cabeza. Al darse cuenta de que era caca quiso saber quién había sido la infame criatura que lo había hecho. Comenzó su búsqueda preguntándole a todos los animales que lo rodeaban y todos ellos, para mostrar su inocencia , ahí nomás y sin ninguna vergüenza  le dejaban una muestra de sus cacas. Eran húmedas, blancas, con forma de poroto, chiquitas, de color verde,  blanco o marrón oscuro; todas distintas y ninguna parecida a la que ahora tenía de sombrero. ¿Quién puede saber?  ¿A quién podría acudir el topito para resolver el misterio del dueño de la caca que coronaba su cabeza? . ¿ Adivinaron?  ¡Sí!  ¡A las moscas! Encontró dos moscas gordas y negras y sin ni siquiera saludarlas y de modo imperativo les preguntó -¿Quién se hizo en mi cabeza?-. Oler caca es un trabajo sencillo y encantador para cualquier mosca.  Enseguida se le acercaron, le pidieron que se quedara quieto y con dos o tres inspiraciones dieron su veredicto: “Fue un perro”. El topito Birolo por fin lo supo, había sido Juan Chuletas, el perro del carnicero. Birolo entonces lo fue a buscar y lo encontró durmiendo en su cucha. Chuletas era enorme (su cabeza y sus patas delanteras quedaban del lado de afuera) pero Birolo no se amedrentó. Enérgico  y veloz , trepó al techo de la casita de madera y desde esas alturas apuntó con precisión a la cabeza del perrazo. ¡Una salchichita chiquita cayó sobre la cabeza de Chuletas! Y el topito Birolo, contento con la pequeña venganza, volvió a desaparecer bajo la tierra feliz y satisfecho.

 

 

LOS CERDOS  NO VUELAN  CHANCHITO 3

(tomado y adaptado  de un cuento de Ben Cort )

Un cerdito estaba triste y aburrido y pensó: – “me aburro porque soy un cerdo”-. Pensó que siendo jirafa se divertiría más y entonces se subió a unos zancos. Sería emocionante ser alto, pero a los pocos pasos se cayó. Pensó en ser cebra y se pintó unas rayas, ¡ ahora sí estaba moderno!.  Le fue a mostrar su traje al elefante pero terminó empapado bajo una ducha de trompa. Pensó en ser  canguro y se subió a unos resortes pero rebotó tan alto que quedó enganchado en una rama. Estaba muy asustado balanceándose en el árbol cuando se lo ocurrió una gran idea: podía buscar unas plumas y hacerse alas para volar. ¡Volar!, eso sí iba a ser divertido. Armó sus alas y le dijo a un mono que lo miraba que podía volar muy lejos. “Los cerdos no vuelan”- le advirtió el mono, pero el cerdito se lanzó al aire y cayó en el lodo. Mientras protestaba porque todo le salía mal, se encontró con otro cerdo que se revolcaba en el barro bocarriba y  bocabajo; cada vez más sucio, cada vez más contento. De golpe se dio cuenta de que ser cerdito era lo más divertido del mundo.

Claudia Cid

Narradora

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