Cuento folklórico de África Occidental.
Había una vez un mono y un conejo que estaban sentados conversando. Mientras hablaban, el conejo se rascó su nariz y el mono se rascó su espalda. El conejo sacudió una oreja y el mono se rascó una pata. El conejo sacudió su otra oreja y el mono sacudió su cabeza.
-Termine de sacudirse, esa es una mala costumbre, un mal hábito- dijo el mono.
-¿Mala costumbre? Y usted habla de malas costumbres…Mírese, rascándose y rascándose. Ese sí que es un mal hábito.
-Bien, yo podría detenerme si quisiera -dijo el mono.
-Yo también- dijo el conejo.
El mono propuso:
-Hagamos un concurso, nos tenemos que quedar bien quietos, sin movernos ni un poquito y la primera persona que se rasca o se sacude, pierde. Preparados, listos, ya!
Bien.
El conejo estaba sentado muy quieto.
El mono estaba sentado muy quieto.
Nadie se podía rascar.
Nadie se podía sacudir.
El conejo estaba sentado muy quieto pero ya no aguantaba más y dijo:
-Contemos historias, así nos distraemos y no nos dan ganas de rascarnos ni de y sacudirnos. Yo le voy a contar lo que pasó ayer. Estaba caminando por el pueblo y un pequeño niño me arrojó una piedra y me pegó aquí, en la nariz.
Y mientras lo contaba sacudió su nariz para mostrar dónde lo habían golpeado.
- Después me pegó otra piedra y me pegó aquí ( y sacudíó su oreja) y luego aquí ( y sacudió su otra oreja ) y aquí y aquí y aquí ( y se sacudió como loco mientras lo contaba).
El mono lo interrumpió y dijo:
-Espere! Espere!. Yo también quiero contar una historia. Ayer caminé por el pantano y los mosquitos vinieron hacia mí. Uno me picó aquí ( y mientras lo contaba se rascó la espalda) y otro aquí ( y se rascó la pata) y otro aquí y otros aquí ( siguió contando mientras se rascaba por todos lados).
-Yo me rindo- dijo el conejo
-Yo también me doy por vencido- dijo el mono.
El mono y el conejo empezaron a reírse.
-Nos queremos mucho a pesar de nuestros malos hábitos. Yo puedo aguantar el suyo si usted puede aguantar el mío.
Y eso fue justo lo que hicieron.