Esta es la historia de Julián Lencina , su silla y un pueblo adonde ya no llegaba el tren.
Julián tallaba animales de madera que nunca había conocido pero cuando se sentaba a trabajar al sol en su silla de madera, se los imaginaba como si los tuviera al lado y le salían perfectos. Una noche dejó olvidada su silla a la intemperie y cayó mucha lluvia. Al día siguiente cuando quiso entrarla no pudo porque la silla había echado raíces y del respaldo empezaban a brotar hojas verdes y ramas. Las ramas se transformaron en un árbol de tronco ancho que al poco tiempo dio frutos y de cada fruto salió una silla de madera. Cada vecino se llevó una silla a su casa y cada vez que se sienta en ella comienza a imaginar…
¿Qué imagina la gente del pueblo?
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Un cuento de Canela
con ilustraciones de Daniel Roldán.