La hembra canina puede ciclar, copular y parir lechigadas en todos los meses del año a diferencia de las hembras de otras especies, como la felina o la equina, que comienzan a ciclar cuando los días se alargan necesitando de una mayor cantidad de horas luz.
La pubertad se alcanza normalmente a la edad de 7 a 12 meses (con rango de 6 a 18 meses), es decir 2 a 3 meses después que la perra llega al peso corporal adulto. Las razas pequeñas llegan a la pubertad antes que las razas grandes, debido a que el peso corporal adulto lo alcanzan a una edad más temprana. Es entonces posible concluir que una Caniche Toy, una Yorkshire Terrier o una Chihuahua tendrán su primer celo antes que una Mastiff, una Terranova o una San Bernardo.
El intervalo interestral normal (intervalo entre dos celos) tiene una duración de 5 a 10 meses. La perra promedio comienza un celo (proestro) aproximadamente cada 6-7 meses. Manteniendo este esquema la perra ciclará al menos una vez en cada mes del año durante su vida. Cuando esos intervalos son inferiores a 4 meses suelen asociarse con infertilidad y muy posiblemente si recibe servicio esa perra no queda preñada. Hay razas como la Basenji que suelen presentar un celo por año, otras como el Ovejero Alemán suelen presentar intervalos entre celos de 5 meses.
Es importante señalar que no es necesario que la perra tenga una lechigada a lo largo de su vida. Es falso el concepto que es beneficioso para la salud de una hembra que al menos tenga una cría. Por el contrario cuando su propietario tiene la certeza que no desea cruzarla es beneficioso castrarla a una edad temprana inclusive antes de su primer celo.
La edad ideal de reproducción está entre los 2 y los 6 años. Las perras continúan ciclando de por vida pues no experimentan una menopausia. Cuando la perra supera los 6 a 8 años de edad se presentan diferentes modificaciones que comprenden el aumento progresivo del intervalo entre celos, un menor número de cachorros por lechigada, una mayor posibilidad de problemas durante el parto (partos distócicos – cesáreas) y el incremento de las pariciones con el nacimiento de cachorros con defectos congénitos.
No es aconsejable que una hembra sea servida en su primer celo ya que por lo general no ha completado su desarrollo y muchas no son aún hormonalmente maduras. El primer celo de una hembra puede no ser, en cuanto a su duración, todo lo normal que puedan resultar sus futuros celos inclusive pueden ser anovulatorios.
Tras la pubertad la hembra canina presenta en su aspecto reproductivo un ritmo cíclico repitiéndose sucesivamente cuatro etapas a lo largo de toda su vida: Proestro – Estro – Diestro – Anestro. Cuando termina el Anestro comienza un nuevo Proestro.
Cuando nos referimos a que una perra está en celo abarca dos etapas del ciclo estral que son el Proesto y el Estro y si bien su duración es variable en promedio se extienden entre 15 y 20 días. Cuando el celo comienza (Proestro) es típica la secreción vaginal sanguinolenta, pero puede no estar presente. Sin embargo ningún signo clínico aislado parece ser tan sencillo y confiable para determinar que una perra entró en celo como la observación del primer día de una secreción vaginal sanguinolenta. Ese sangrado se origina en el útero (metrorragia) pasa a través del cuello del útero ligeramente relajado y penetra en la vagina. La vulva se agranda lentamente a lo largo del Proestro con tumefacción y edema de los labios vulvares. En el comienzo del Proestro la vulva está hinchada y turgente lo cual podría impedir la penetración del macho. A medida que el Proestro avanza hacia el Estro la vulva se ablanda y facilita la cópula.
Javier Fariña
Aeronave visual