Cuando el Titanic se hundió, el 14 de abril de 1912, había perros en él. Hay documentados 11 perros que viajaban con sus dueños. Este lujo tan sólo estaba reservado para los pasajeros de primera clase, que eran los que podían pagar el gasto extra de llevar a sus canes. Contaba con todo tipo de comodidades, desde amplias y confortables jaulas, hasta un sistema de calefacción para que no pasaran frío. El Capitán Edward John Smith, un gran amante de los perros, había organizado para el lunes 15 un desfile de mascotas para que todos pudieran deleitarse con los hermosos ejemplares que transportaba el Titanic. No podría ser. El 14 de abril, a las 23,40 horas, el buque chocaría con un iceberg que lo hundiría en apenas 2 horas y 40 minutos. Tan sólo 3 de los 11 perros sobrevivieron.. Dos pequeños fueron salvados con sus dueños en los botes salvavidas: uno fue “Lady” una Pomerania y el otro “ Sun Yat-Sen” , un Pekinés. El tercer sobreviviente fue un perro de gran porte, de raza Terranova llamado “Rigel” propiedad de un oficial del barco.
. .La realidad se mezcla en numerosas ocasiones con el mito y por supuesto este tema no podía ser menos… Lo que sigue es la historia que se publicó en el Herald de Nueva York el 21 de abril de 1912, basada en el testimonio de un marinero del buque rescatista “Carpathia”. Su nombre era Jonas Briggs, quien relató la conducta heroica de este perro ayudando a rescatar náufragos:
-”Se cree que nadaba en las aguas heladas, evidentemente en busca de su dueño, y fue fundamental a la hora de guiar al barco IV de los sobrevivientes a la pasarela del Carpathia. Este se movía lentamente, en busca de botes, balsas y todo lo que podía estar a flote. Los hombres y mujeres en el barco IV, agotados por sus esfuerzos, débiles por falta de alimentos y presos del pánico, se acercaron peligrosamente al barco de vapor y se quedaron sin fuerzas para gritar una advertencia lo suficientemente alto para llegar al puente. El buque no hubiera podido verlos si no fuera por el ladrido agudo de Rigel, que nadaba por delante de la embarcación, y valientemente anunciaba su posición. Sus ladridos atrajeron la atención del capitán Rostron, que se fue al extremo de estribor del puente para ver de dónde venían y fue entonces cuando vio la embarcación. Inmediatamente ordenó detener los motores y el barco IV llegó al lado de la pasarela de estribor permitiendo así el rescate de los sobrevivientes El perro estaba junto a la balsa ladrando hasta que el capitán lo llamó y ordenó que lo subieran a bordo. Parecía poco afectado por la permanencia en las frías aguas y a pesar de su arduo trabajo de salvataje estaba bien parado sobre sus patas, ladrando al mar llamando a su dueño, hasta que fue llevado a otro lugar, por atención médica y comida.