En el siglo XVIII , según cuenta la historia, Don Francisco de Chinchilla, alcalde de Casa y Rastro de Madrid se hizo conocido por ser la persona más temida y menos querida por nuestros amigos de cuatro patas.
¿Cómo llegó a tan horrible reconocimiento? Es que el alcalde, al ver cómo crecía la población de perros callejeros, y creyéndolos portadores de enfermedades, no encontró mejor solución para garantizar buenas condiciones sanitarias en la población, que mandarlos a matar por sus alguaciles, eligiendo método cruento si los hay… ¡a pedradas!
La orden fue cumplida, y al poco tiempo, pocos fueron los perros que se veían vagando por Madrid. Y allí empezó a correr el dicho, ya que los perros, siempre fieles pero nunca tontos, se alejaban cuando lo veían pasar, aullaban, o los más valientes le gruñían, demostrando con esto, que reconocían su accionar, haciéndose así tristemente popular en la población canina del lugar.
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“Lo conocen hasta los perros”
Un dicho del Siglo XVIII.
NO SIEMPRE EL PERRO FUE CUIDADO Y AMADO POR LAS PERSONAS, ¡Y DE AHÍ NACE ESTE DICHO!