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El perro urbano

AL GRAN PERRO POLAR ARGENTINO…SALUD!

AL GRAN PERRO POLAR ARGENTINO…SALUD!

Recuerdo cuando niños con mi hermano pedíamos desesperados, cual pichones en el nido, saciar una irascible hambre de aventuras, reclamando a nuestros padres un cuento para dormir; una historia que haga volar nuestra inmadura imaginación. Piratas, autos, naves espaciales, castillos y dragones podían ser los protagonistas de los relatos paternos; y era entonces cuando uno cerraba los ojos con las imágenes imposibles de creer, pero esperanzados que en algún momento se hicieran realidad. Pasaron alrededor de 40 años para que ese niño incrédulo encuentre la historia a su medida. La increíble realidad, de que lo que se presentaba ante mí como un relato había sido cierto y que lo fantástico había sido real.

Creanlo o no, acompaño a nuestros amigos lectores a leer una historia épica de héroes reales y no convencionales, héroes de carne y hueso que aún temiendo a la muerte, la enfrentaron durante toda su existencia. Amigos, adaptaré mi relato a la justa causa de crear un cuento; tengo la imperiosa cruzada que esta historia trascienda, porque es parte de nuestra historia. Anhelo que generaciones enteras sepan que existió en nuestra historia Argentina una raza de perros única, nacida en el paraje más recóndito y salvaje del planeta. Les pido entonces que se tomen unos minutos y como en toda buena película aclaro:

 

Los personajes que se describen a continuación pertenecen a la vida real, cualquier semejanza con alguna ficción… es pura coincidencia.

_”Érase una vez unos hombres con espíritus inquebrantables que decidieron trascender las fronteras y abrigados con el calor del coraje, comenzaron a escribir páginas nuevas de gloria, encaminándose a conquistar el continente más frío del mundo: La Antártida. Allí se establecieron y batallaron contra un clima dantesco de más de -50°C y vientos de gargantas ensordecedoras que rasgaban hasta el alma de los más fuertes. Estos valientes hombres no se amedrentaron en su cruzada, siguieron adelante con su titánica empresa, yentendieron que necesitaban un aliado, alguien con quien contar en todo momento y que logre atravesar el gélido corazón antártico. En ese rincón del mundo, en esas condiciones imposibles y tras un trabajo memorable, en una conjunción única de ciencia y hazaña Argentina, una treintena de suboficiales enfermeros veterinarios comandados por Héctor Martín y Félix Daza Rodríguez; dan vida a la raza de perros de trabajo más resistente y eficiente del mundo que se tenga registro al día de hoy, El Gran Perro Polar Argentino. A partir del Husky Siberiano, del Alaskan Malamute, del Groenlandés y de Spitz Manchuriano, se logró un perro de gran porte, que llegaba a pesar entre 50 y 60 kg. Con un rostro similar al Alaskan Malamute, ojos claros o celestes, orejas erectas, cola enroscada y de colores mezclados, marrón claro, blanco y negro. Estaba blindado contra el frío con un poderoso pelaje dividido en tres capas, lana, pelo y subpelo, y con una gran capa de grasa subcutánea que lo aislaba permitiéndole soportar temperaturas de más de 70º bajo  cero Estos increíbles perros dormían en la desolada y agresiva intemperie. Su trabajo consistía en aprender a reconocer caminos que variaban su contexto a cada segundo, a identificar grietas en mares congelados, a actuar de manera independiente para llevar a cabo misiones casi imposibles, como el rescate de sobrevivientes del avión AE-205 en el medio del desierto helado. Su tamaño y fuerza arrolladora los posibilitaba a arrastrar cargas a través de largas distancias. Eran  fáciles de criar y mantener, y capaces de cumplir funciones operativas similares a las de los transportes mecánicos . De inmediato y debido a su contundente efectividad, ejemplares de PPA fueron adquiridos por todas las delegaciones Internacionales que tenían base en la Antártida. El único relato escrito de un líder nato entre estos perros, es el de “Poncho, la legendaria vida de un perro polar Argentino”, por el escritor, docente y periodista Emilio Urruty


Y aquí viene la eterna villanía necesaria en todo cuento fantástico que se precie de tal, los países con presencia en la Antártida firman el TAPMA”, un tratado cuya resolución resuelve que los perros presuntamente “transmitían el moquillo a las focas”, que podían depredar a las pingüineras” y que “albergaban en su pelaje parásitos capaces de alterar el equilibrio ecológico de la Antártida”. La oscuridad reinó sobre las blancas montañas heladas del continente con tonalidades impiadosas de injusticia ya que esta raza no era foránea al continente, sino que había nacido en él y las demás justificaciones resultaron incomprobables.  Sin embargo las legiones aceptan sin discutir la decisión de quitar a los perros de la Antártida y sus días de gloria llegaron a su fin. El período operativo de los PPA en la Antártida fue entre 1951 y 1994; la Argentina, sometida a la voluntad de la mayoría, decidió retirar sus 58 perros trasladándolos a Tierra del Fuego . Penosamente la mayoría de los animales perecieron en un tiempo bastante prematuro al que se creía. Algunos por el agudo estrés del traslado y otros por pisar un territorio que no les era nativo y así quedaron expuestos a las enfermedades comunes de los perros continentales.

Poncho fue uno de los sobrevivientes y terminó sus días viviendo en Ushuaia junto a uno de sus compañeros de patrulla, un hombre maravilloso llamado Gustavo Giró, otro héroe del continente helado.  La breve historia de esta raza es un ejemplo incomparable de vínculos férreos y entendimiento entre especies; relatos que testimonian un grado superlativo de absorción de un medio ambiente que no da margen para el error en las acciones. Inteligencia exigida al límite, cooperación y aprendizaje son los elementos primarios que se sustentan en la maravillosa historia que esperamos trascienda en el tiempo. Una vuelta a la vida …… al menos desde el traspaso del relato.

Javier Boracchia

Soy Psicólogo Social y Educador Canino, me dedico a la investigación y al tratamiento del vínculo entre el perro social y su entorno de convivencia en un proyecto de mi autoría llamado “El perro urbano”. Considero al perro como un sujeto social de vínculos estables y duraderos que comparte un ámbito de comunicación constante con el hombre, adaptando sus capacidades en un juego de participación funcional en donde influye y es influenciado en forma dinámica. Desde mis comienzos cubro el área de trabajos domiciliarios con un equipo de colaboradores formados en mis cursos, actualmente acabo de terminar mi primer libro.

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