Ponele chapita! Los galgos tienen un cuello musculoso y una cabeza pequeña, y por eso los collares comunes tienden a zafarse muy fácilmente. Por eso es mejor utilizar para el paseo un pretal, o si no, un collar especial bien ancho que se llama “martingale”, que se ajusta al cuello (sin apretar) para evitar que se salga. Por otro lado, lo ideal es que la identificación esté sujeta a una cinta o collar separado al que usás para la correa.                     
Reglas claras. Decidan con tu familia que le van a permitir y que no, donde dormirá, donde comerá y dónde estará el baño. Será más fácil para el nuevo integrante entender las reglas si las dejamos en firme desde el primer día. Conseguile un colchón bien mullido grande y cómodo para que se acueste, ya que los galgos son perros de articulaciones delicadas. Ah! y no te olvides de ubicar su cama en el rincón más soleado de tu casa, que seguro será su preferido!
Respetá sus tiempos. No sabes cuál es su historia anterior y él no te puede contar, así que lo mejor es ir probando con nuevas experiencias poco a poco. Muchos galgos no fueron parte de una familia, ni vivieron en una ciudad, tienen muchas cosas nuevas para aprender. Así que lo mejor es que por cada nueva situación a la que se enfrente, le den un día de descanso, sin sobresaltos.
Rutina saludable. Tu galgo, como todo perro, necesita gastar energía para mantener su equilibrio físico y mental. Es muy probable que, por su raza seleccionada desde hace siglos para cazar, le guste perseguir la pelota, o jugar al tira y afloje con juguetes. En general prefieren sesiones cortas e intensas donde puedan desplegar velocidad… pero que sea en lugares bien seguros, o con una correa larga si todavía no sabe volver cuando lo llamás.
Enseñale a convivir. Si su nueva vida incluye otros animales, no los dejes solos compartiendo el mismo espacio durante las primeras semanas, sobre todo si son de tamaño pequeño, ya que pueden despertar en tu galgo el instinto de perseguir una presa. Con el tiempo, y después de muchas experiencias positivas compartidas en familia, notarás un comportamiento relajado de parte de todos los integrantes. Ahí sí, podrás dejarlos juntos sin inconvenientes.

Incorporar un galgo adulto a la familia es perfectamente posible, siempre y cuando no te olvides que tiene una historia previa y estés dispuesto a tenerle paciencia para que se adapte a nuevas personas, rutinas y costumbres. A medida que se conozcan más y mejor, se irá construyendo un vínculo fuerte y duradero. ¡Animate a la aventura de adoptar!

Equipo Salta Violeta